jueves, 30 de diciembre de 2010

El Coliseo

             El Coliseo
Desde el principio, fue conocido con el  nombre de Coliseo, seguramente por la estatua que se levantaba en el exterior, llamada el Coloso. Construido por Vespasiano, de la familia Flavio, entre los años 70 y 75 d.C., e inaugurado por su hijo Tito en el año 80, con una serie de espectáculos que duraron cien días, recibió una buena acogida por parte de los romanos, que lo apreciaron como una compensación por el incendio de la ciudad por Nerón.

Se levanta sobre el suelo de la Domus aurea de Nerón, mide 48 metros de altura y tiene un aforo de 50.000 personas. Su planta es elíptica y el suelo está formado por varias dependencias para el material y los animales. Poseía unos complejos sistemas de trampillas y montacargas que permitían la aparición de las fieras en el momento de elogio, y se cubría con un toldo. Las celebraciones duraban bastantes horas, por eso, para esconder el hedor de la sangre y los animales, se esparcían sobre las gradas grandes cantidades de perfumes.
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El Coliseo fue destruido parcialmente por los terremotos que asolaron Roma durante los siglos XIII y XIV, y sus piedras se utilizaron durante mucho tiempo para la construcción de palacios e iglesias, principalmente durante el Renacimiento.
En la plaza del Coliseo se levantaba el Coloso de Nerón, una estatua realizada en bronce de 30 metros de altura. Representaba al Sol, aunque su cara era una reproducción  facial de Nerón. En la época de Vespasiano fue sustituida por una representación solar. Cómodo (180-192 d.C.) puso una cabeza de Hércules y, ya en el siglo IV, fue considerado como el Genios de Roma y de su Imperio, convirtiéndose en la estatua ante la que los cristianos debían orar y jurar fidelidad a las instituciones imperiales.

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